Impresión en 3D: la tercera revolución industrial está en camino (y tú sin enterarte)

Muchos, incluido el presidente de los Estados Unidos, han llegado a referirse a la impresión en 3D como una tercera revolución industrial que está en camino. No les falta razón, pero la gente que no está tan al día de este tipo de avances tecnológicos se preguntará por qué es tan importante y en qué consiste exactamente. Esta semana, en la sección de Hoja de Router en Carne Cruda, hemos intentado arrojar un poco de luz sobre este asunto.

En realidad, el concepto de una impresora 3D es muy fácil de entender. Todos tenemos en casa o en la oficina una impresora normal, ¿no? Esto viene a ser lo mismo, con una diferencia: la normal emplea tinta para ‘fabricar’ palabras o ilustraciones y la impresora 3D emplea materiales muy diversos para fabricar casi cualquier cosa que seas capaz de imaginar.

Por ejemplo, comida. Con la impresora Foodini de la empresa española Natural Machines se han impreso ya raviolis, espaguetis, pizzas, hamburguesas, espinacas, arroz con curri… Y no están nada mal, por lo visto. Te bajas la receta o la diseñas tú mismo, la mandas a la máquina y pulsas imprimir. Aún más fácil que un robot de cocina.

Otro ejemplo es la medicina, desde imprimir dentaduras postizas hasta fabricar órganos humanos para acabar con la lista de espera en los trasplantes o imprimir virus para matar células cancerígenas. El biohacker Andrew Hessel está convencido de que la impresión en 3D es la mejor forma de producir medicamentos a medida, personalizados y de bajo coste, que nunca atacarán a las células sanas porque están diseñados para eliminar solo las tumorales, una a una.

Un proyecto esperanzador pero difícil de congeniar con los intereses de las grandes farmacéuticas, que ganan miles de millones negociando con nuestra salud. En cambiar esta descorazonadora realidad, precisamente, está la clave de la impresión en 3D: todos los procesos de fabricación se agilizan, se democratizan (porque ya no hacen falta grandes maquinarias en fábricas enormes) y se abaratan. Los expertos esperan que haya una impresora 3D en cada casa dentro de cuatro o cinco años.

Buena muestra del aspecto más solidario de esta tecnología es la fabricación de prótesis para personas con alguna discapacidad. Un negocio que ahora está en manos de la industria ortopédica, que pone precios desorbitados solo al alcance de unos pocos.

Son productos muy caros y, además, la oferta es limitada. Los usuarios tienen que adaptar sus cuerpos a las prótesis y no al revés. La lógica del mercado les obliga a estandarizar su vida. Por eso iniciativas como ‘Exando una mano’, ‘En torno a la silla’ o ‘PostOp’ apuestan por la impresión en 3D y el ‘hazlo tú mismo’ para fabricar prótesis baratas, personalizadas y fáciles de actualizar.

Y eso no es todo. ¿Sabes que el sueño de acabar la Sagrada Familia antes de 2026 está un poco más cerca de hacerse realidad gracias a la impresión en 3D? Hemos visitado sus talleres y lo hemos visto con nuestros propios ojos.

Además, piezas de museo en tu propia casa o un sinfín de juguetes para niños que no te costarán medio sueldo son algunas de las alegrías que trae consigo la impresión en 3D. ¿Qué? ¿Entiendes ahora por qué es una tercera revolución industrial?

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