15M, cuando fuimos tempestad | Carne Cruda
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15M, cuando fuimos tempestad

CUANDO FUIMOS TEMPESTAD

Parieron sangre los días de mayo
Parieron con dolor -como una esquina se duele
de estar siempre tan torcida-
sangre que rociaba la tarde
de nubes heridas, ventisca de hombres
y cielos contrariados.

Mayo era un navajazo
en la espalda de aquel año 2011
por el que brotaban muchedumbres
a borbotones, a empellones, por miles
con las manos tan sucias que parecían
manojos de noches en vela
dispuestas a despedazar el Sol
con los dedos y las uñas
manchados de tormenta.

Tenían hambre unos de otros
Tenían ganas de comerse hasta hartarse
Echaba mayo sangre por las calles a paladas
riadas de sangre que se convertía en gente
gente que se transformaba en llanto
llanto que pedía guerra
guerra que pedía muerte
muerte que añoraba vida
vida que soñaba mayo
mayo que quería septiembre
y un septiembre que paría madres.

Se abrió mayo como una granada
reventada por un disparo y escupió
su carne roja, su carne húmeda y roja
sobre la calle, sobre la ruina, sobre la plaza,
sobre la panza descosida de las ciudades
y de las ruinas brotaba un vómito de almas
con las bocas tan abiertas, tan hambrientas
que les cabía la tarde entera entre los dientes
y la noche en las ojeras y el día
en los bolsillos y la vida
en cualquier parte.

Mayo paría mayos
Mayo parió una batalla
Mayo parió una guerra de guerrillas
Parió una trifulca gramática, una contienda
de voces, un escarmiento selvático, una
algarada con tanques de tela y soldados de plomo
una disputa desigual con armas cargadas
de metralla silábica y un proyectil de demandas
frente a un pelotón de fusilamiento que disparaba
silencio, desdén, facturas, decretos, venganza.

Y salimos muchos de nuestras casas
a librar esa batalla como si no hubiera
más derrota que el pasado
ni más tiempo que perder.
Era mejor morir que dejarse asesinar
Era mejor matar que traicionarse
Mejor ser aire que no ser nada.

Mayo nos parió en mitad de la calle
A horcajadas
Con una pierna a cada lado del océano
Como una madre que paría primaveras
Y una primavera que parió un diciembre
de tormentas y torrentes.

Y corrieron ríos de sangre
Sangre que era gente
Gente que era llanto
Llanto que era risa
Risa que era rabia
Rabia que era mayo.

Y corrimos calle abajo
como una tempestad.

Hasta empaparnos.

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1 comentario

  • Aida

    / Responder

    Gracias Javier, gracias. Por tu voz, por cada programa, por este poema-editorial que hoy me rompió un poco más por dentro (una muerte que añora vida), rotura que me hace apretar los puños un poco más si cabe, querer gritar más alto… Felicidades y gracias (otra vez), porque Blas de Otero mueve mi sangre, late dentro, bombea, y tú, aunque en cada programa lo haces, hoy más que nunca me demuestras que NOS QUEDA LA PALABRA.
    Felicidades Periodista con mayúsculas y un abrazote asfixiante.

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