El PLANAZO: ‘El Planeta Funk y otras marcianadas’
En el planazo de hoy viajamos hacia una galaxia muy lejana impulsados por el funk y el soul más alucinógeno. Clásicos de la literatura transportados a entornos urbanos futuristas, clones del Dr Frankenstein, guitarristas tocando en pañales, naves espaciales cochambrosas aterrizando en el escenario, y, si me apuras, Diana Ross como Dorothy en el Mago De Oz.
Escasean los libros en español sobre el funk y el soul, hay algo sobre Motown, alguna biografía de James Brown, pero poco más, nada sobre Stax, o Marvin Gaye, Sam Cooke, George Clinton…Afortunadamente la editorial 66 rpm empieza a poner remedio a eso con la reciente publicación de Espíritus en la Oscuridad de Andreu Cunill y con el protagonista del planazo de hoy From A Whisper To A Scream, una historia oral de la música soul a cargo de David Moreu. Un repaso a la historia del género a través de entrevistas a los protagonistas, gente como Allen Toussaint, Dr John, los Temptations o los Meters, o artistas actuales como Aloe Blacc o Eli Paperboy Reed. A través de estas entrevistas nos metemos de lleno en la historia americana desde mediados del S XX, conectando elementos sociales, culturales y musicales. Lo que a priori puede parecer desconectado va formando un todo con sentido, las conexiones Detroit-Memphis-New Orleans, las revueltas sociales, el asesinato de Luther King, la politización del soul el festival de Wattstax y la lucha por los derechos civiles, la aparición de la música disco y el hip hop; pero sobre todo la pasión por la música y el Groove. Una historia completa, con entrevistas certeras, relatos apasionante, con una línea argumental perfectamente hilada y que te hace correr al equipo de música y pinchar a Sly And The Family Stone.
Un disco: hablamos de p-funk, uno de los discos más excesivos de los 70 (de la historia, qué puñetas) The Clones of Dr. Funkenstein, grabado por Parliament en 1976, con George Clinton en la cúspide de su carrera tanto con Parliament como con Funkadelic. Famosos por su espectacular directo en le que por ejemplo hacían bajar un platillo volante al escenario (de cartón piedra, que tampoco era una súper producción de Hollywood), los loquísimos atuendos de los músicos las gafas, máscaras, disfraces, o mejor aún, el uniforme de Garry Shider que consistía en, bueno, ya lo hemos dicho…unos Dodotis… pero, oye, que no estamos hablando de seres humanos, sino de los clones del Dr Funkenstein; el maestro intergaláctico del funk del espacio exterior, capaz decían ellos de curar cualquier enfermedad, porque, tal y como decía en la letra del tema que da título al álbum “The Bigger The Headache The Bigger The Pill”. También afirmaban –que sí, que de verdad, que en serio – que habían codificado los secretos del funk en las Pirámides egipcias; el disco está repleto de chistes bobos y letras descerebradas. Únase a esto una portada un poco inquietante con Clinton y Collins disfrazados de algo así como marcianos para completar lo importante, un funk psicodélico totalmente desquiciado, un Groove potentísimo y unos músicos en estado de gracia. La formación incluye luminarias de la talla de Fred Weley o Maceo Parker a los vientos o Bernie Worrell a los teclados y sintetizadores. The Clones Of Dr Funkesntein, un engendro maravilloso.
“Toto me parece que esto no es Harlem” número tres
S –Joel Schumaquer al guión, Sydney Lumet a la dirección (acababa de terminar Network), Quincy Jones a la banda sonora, el sello Motown pone la pasta .Pinta muy bien. Ahora, Diana Ross como Dorothy, Michael Jackson como el espantapájaros y Richard Pryor como el Mago de Oz. Ya no pinta bien. Efectivamente uno de los fracasos más sonados de la historia del cine, The Wiz (El Mago), una recreación del clásico de Frank Baum en versión blaxpotation. Si habéis visto el video clip de The Guillotine de The Coup os hacéis una idea de la estética del film, un rollo pseudo futurista urbano-pimp, con números musicales bastante conseguidos pero que el público no acabó de pillar. Y no le eches la culpa del público. El problema está en que era demasiado sofisticada para los chavales y a la vez tremendamente naif para los adultos. El caso que vista como lo que es, una cachondada sin sentido, es muy disfrutable. No tanto Diana Ross, como una improbable Dorothy, pero si Jacko, que lo borda (debieron ser los mejores días de su vida persiguiendo a la Ross como Toto) y Richard Pryor como el mago, sobreactuando como, qué se yo, Richard Pryor de crack. Lo curioso es que Sidney Lumet se metiese en ese fregado cuyo fracaso condenó tanto a Motown (que no volvió a hacer cine) como al género de la blaxplotation en sí, que recibió el coup de grace definitivo. Blaxplotation crepuscular. Así que fans de la Motown o del primer Jacko Jackson, visión obligada. Un poco de crack puede ayudar. Hablad con Pryor.
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