Siria, “our terrible country”
Cuando se van a cumplir cuatro años desde el inicio del levantamiento popular en Siria contra el régimen de Bashar al-Assad, entramos en Siria de la mano del cinasta Ziad Homsi y del periodista Daniel Iriarte. En esta página, además de escuchar la sección tal cual se emitió, podéis leer íntegra (y escuchar en inglés) la entrevista con Homsi, co-director de “Our terrible country”, documental dóblemente premiado en el recién clausurado Festival de Cine Documental ‘Punto de Vista’, de Navarra. Y además, escuchar íntegra la conversación con Iriarte, periodista de M’SUR (msur.es) y corresponsal en Estambul de ABC. (por Carlos Pérez Cruz)
ZIAD HOMSI: “Nos levantamos porque creíamos en una Siria diferente”
De disparar armas a disparar con la cámara. Ya sabemos de qué son capaces las armas. ¿Tienes respuesta a de qué son capaces las cámaras?
Hay diferencias entre un arma y una cámara. Cuando sientes que tu vida está en peligro, tienes que protegerte y defender también a tu familia, tu ciudad, a tus amigos, a las personas que te preocupan. En momentos así buscas la mejor manera de hacerlo. En ese momento, utilizar la cámara para grabar o tomar fotografías de quien te quiere asesinar no tiene ningún sentido. Pero, al mismo tiempo, no considero la cámara como un arma, la considero más un medio para mostrar la realidad, para hacerla llegar. Es una manera de hacer que los demás puedan ver qué es lo que está sucediendo.
Empiezas el documental disparando contra una torre en la que está apostado un francotirador. ¿Cuándo tomaste la decisión de no formar parte de la lucha armada?
Hay de hecho una conexión entre la torre del hospital, el francotirador y el hecho de hacer videos sobre este lugar. Este francotirador mató a muchas personas, a muchos civiles, asesinó nuestra humanidad como sirios en la ciudad de Douma.
Douma está cerca del centro de Damasco, ¿verdad?
Sí, está a unos quince kilómetros al norte de Damasco. Ese francotirador quería acabar con todos nosotros, civiles, mujeres, niños, hombres, también con los periodistas, con los voluntarios de Media Luna Roja –de hecho cuatro de ellos fueron asesinados en la ciudad de Douma, y uno de ellos muy probablemente por este francotirador-. Cualquiera hubiera hecho lo mismo en una situación así, trataría de haberse defendido y también a su familia, como te he dicho antes. Creo que en una situación así cualquiera hubiera hecho uso de un arma. A este francotirador lo llamábamos “el francotirador de la muerte”, mató a unas cien personas. Una vez que acabamos con él y liberamos la ciudad de Douma, para mí llegó el momento [de dejar las armas]. Hay que liberar toda Siria, sí, pero después de liberar las ciudades es cuando empieza el proceso de reconstrucción, y en lo que yo puedo ayudar es en hacer llegar el mensaje de la necesaria reconstrucción de Siria. No soy un soldado, nunca he hecho el servicio militar, lo que puedo y sé hacer es enviar el mensaje, hacer videos, tomar fotografías, trabajar como periodista ciudadano. Eso es lo que soy.
Se van a cumplir cuatro años desde que empezó todo en Siria. Da la impresión de que todas las expectativas iniciales han quedado sepultadas por la guerra y es incluso difícil recordar cómo empezó todo. ¿Cómo recuerdas el proceso que prendió la mecha de una protesta pacífica, que derivó en una revolución armada y que ha terminado en el completo desastre que estamos viendo?
No soy un político, no trabajo con ningún partido, soy un ciudadano más y en lo que trabajo es en hacer llegar sus deseos. Tengo mis propios puntos de vista, pero la principal causa para la que trabajo y el mayor derecho en el que creo es en que todo el mundo tiene derecho a decir lo que quiera y expresar lo que cree, algo que no era posible antes de que empezara esto hace cuatro años. La gente se levantó porque creía en otra Siria diferente a la que existía, esa Siria que no les permitía hablar libremente. Así es como empezó todo, con los niños escribiendo mensajes en las paredes y con los servicios secretos arrestándolos.
¿A los niños?
Sí, eran niños. Al menos así fue en mi ciudad, en Douma. En ese momento, los que trabajamos en medios, cineastas y fotógrafos, intentamos recoger el proceso de cambio en Siria, lo que no resultaba nada fácil porque nos han perseguido el gobierno, los servicios secretos… Es lo que nosotros podemos aportar sobre el proceso. Está la gente que quiere que cambien las cosas, y estamos los que queremos verlo y mostrarlo a los demás. Todos nosotros estábamos en peligro e imposibilitados de poder hacer lo que queríamos.
Como se dice en una de las películas que se han proyectado en el festival [Punto de Vista], la guerra es como la lluvia, simplemente empieza. ¿Cuándo sentiste que había empezado a llover y que todo había cambiado para ti y para tu país? ¿Cuándo sentiste que tu vida nunca sería igual?
Como te he dicho, si quieres preguntarme como sirio…
Sí, como ciudadano, no como político.
Y tampoco como cineasta, porque es diferente. Cuando eres cineasta simplemente te haces preguntas, no das respuestas.
Así que, en este caso, te pregunto como ciudadano.
No empezó como una guerra sino como una revolución, con la gente luchando por sus derechos y para conseguir un país mejor. Eran gente normal, la mayoría ni siquiera tenía experiencia política, nos enfrentábamos a un régimen muy inteligente, muy poderoso, con muchas relaciones con otros países. No teníamos experiencia. Así que jugábamos su propio juego; no queríamos jugarlo pero ellos son los que ponían las reglas. “Os vamos a matar, os vamos a matar, os vamos a matar… así que a ver qué hacéis”. Es un juego muy sencillo. Vimos cómo asesinaban a nuestros amigos, compañeros, a nuestras familias delante nuestra. ¿Cuál fue el siguiente paso? Continuar el proceso mediante protestas cívicas. Vimos entonces cómo la policía y el ejército, al que pagamos con nuestros impuestos , al que le hemos dado poder, armas y formación para protegernos, nos asesinaba sin importar qué estuviéramos haciendo, ni quiénes fuéramos, ni de dónde fuéramos; sólo con levantar una bandera, una pancarta en la que se pudiera leer “Queremos libertad”. ¿Qué harías ante una situación así? Es bastante sencillo. La pregunta es muy sencilla. La respuesta fue que no moriríamos sin al menos intentar luchar, sin defendernos. Los primeros en responder lo hicieron con pistolas y piedras, nada de Kalashnikov u otro tipo de armas. Después, el régimen empezó a enviar armamento a las ciudades para que los civiles se levantaran en armas. ¿Qué esperas de alguien que ha perdido a su padre o a su hermano si le pones un arma frente a él? A alguien que ha visto cómo su ejército asesinaba a su padre, a su hijo. ¿Qué harías con ese arma? Lo último que pensarías es que el régimen las ha puesto ahí para que ataques con ellas a la policía o al ejército. Ahí es cuando empezó la lluvia.
En una de las primeras apariciones del doctor Yassin en el documental, dice que el régimen de Assad es un régimen de “lealtad ciega”. ¿Qué es lo que la gente que apoyaba al régimen durante los años “de paz” no vio?
No nos vieron a nosotros, nuestra realidad. Simplemente eso. El régimen usaba su propaganda asegurando que estábamos enfrentándonos a una conspiración extranjera, que nos enfrentábamos a grupos armados salafistas, a grupos armados por occidente. Eran muchos los argumentos y las declaraciones. Algunos de mis amigos creyeron en el pasado todo lo que decía el régimen, así que intentábamos hacer que se dieran cuenta de que nosotros éramos sus amigos. Y respondían con los mismos argumentos [que el gobierno]: “No nos referimos a vosotros, hablamos de los otros”. Siempre se acogían a esos “otros”, no a ti. Entonces, si yo no soy “los otros” y tus amigos no son “los otros”, y ese otro tampoco es de “los otros”, ¿quiénes son “los otros”? ¿Quiénes son? El régimen jugó de forma inteligente con su propia gente. No todos quienes apoyan al régimen lo harían hasta el final, pero el régimen jugaba en ambos bandos, en el nuestro (en el de “los otros”) y en el suyo, porque no sólo asesinaban a los nuestros, también a los suyos. Por interés. Si matas a los que protestan y a los que sirven en el ejército, vas a tener a dos lados que se matan entre sí y se van a olvidar de ti. Ni siquiera tras armar a la población los civiles asesinaban soldados, sino se mataban entre sí. Eran los servicios secretos los que iban acusando a unos y otros para que se mataran, de forma que así lograban hacer ver que eran “los otros” los que mataban a tus hijos.
El doctor Yassin es el principal protagonista de vuestro documental. Estuvo 16 años en prisión, nunca se le dio un pasaporte, nunca tuvo oportunidad de practicar la medicina… De alguna forma representa todo lo que significa el régimen de Assad. Seguir sus pasos, ¿era la idea que tú y Mohammad tenías al comenzar el documental o se cruzó en vuestro camino mientras documentabais la situación?
Mohammad Ali Atassi y yo ya habíamos trabajado en el tema sirio. Él es periodista y cineasta y yo había trabajado en mostrar lo que estaba pasando en Siria a través de películas y fotografías. Conocíamos a Yassin Haj Saleh, Mohammad Ali Atassi era un amigo suyo, así que conocíamos sus ideas, lo que pensaba y quería para Siria. Él estaba en Damasco, así que no fue tan sencillo trabajar sobre su historia, conocer su vida y la de la gente en Damasco y en Siria. Una vez que vino al Este de Ghouta, nos organizamos para poder acercarnos a su vida, porque lo que queríamos era estar cerca de la vida de la gente de Siria, mostrar su vida cotidiana, cómo es la vida de muchos otros sirios en esa situación. Nos acercamos a él y empezamos a fijarnos en los pequeños detalles, pero no sólo de su vida, porque es un retrato de Yassin Haj Saleh y, a través de su vida y su viaje, también un retrato del país, de la que él es una parte.
Como he dicho antes, el doctor Yassin puede representar lo que significa el régimen, pero si echamos un vistazo a la Siria anterior a la guerra, a su población, y pensamos en términos de educación, cultura, aspiraciones políticas, etcétera, ¿es alguien relevante? ¿A qué nivel es el doctor Yassin representativo de la población siria?
Lo que pasa en Siria es en cierto nivel una guerra, pero nosotros la vemos como una revolución, un levantamiento para lograr los derechos. En el caso de Yassin Haj Saleh, lo que sucede antes y después forma parte de su vida, de la vida de un hombre. La vida de un hombre se desarrolla en relación a la situación que vive, a lo que le pasa, a lo que les pasa a los demás, etcétera. Antes de la revolución, él trabajaba no tanto en cuestiones políticas como en ciudadanas. Estuvo 16 años en la cárcel. Después de salir de la cárcel no recuperó sus derechos como ciudadano, se le denegó el pasaporte, el voto, muchas cosas. Intentó utilizar sus propias herramientas para cambiar y lograr lo que quería. Después de la revolución se ha dedicado con más tiempo a trabajar por una Siria mejor.
¿Qué representa para ti, a nivel personal, el doctor Yassin? Porque si no me equivoco tu padre también estuvo en prisión.
Sí. Como cineasta, para mí es un pensador sirio, un escritor, un periodista, alguien lleno de amor hacia su país. Me resulta muy interesante cómo afronta las situaciones, qué tipo de respuestas da a nuestras preguntas y a las grandes preguntas, a cuestiones sobre lo que vendrá después, sobre lo que está pasando. A nivel personal, respeto a cualquiera que trabaje por su país, especialmente si es alguien que se preocupa por mi país, por Siria. La manera como ha afrontado una experiencia tan fuerte significa mucho no sólo para mí, sino para muchos sirios.
El doctor Yassin es un intelectual y la guerra es la victoria de la brutalidad sobre el pensamiento. Supongo que el tipo de trabajo que puede hacer un intelectual en situaciones como la actual en Siria es más efectivo de puertas hacia afuera, haciendo consciente al mundo sobre lo que está pasando en Siria. ¿Hay espacio en el país para los intelectuales en este momento?
Si por espacio te refieres a un lugar en el que poder trabajar, puede que sí. Si por espacio te refieres a una oportunidad para trabajar junto a la gente, a caminar con ella, no es como antes. Hay muchos grupos de los que no sabes con quién o contra quién están peleando. Es complicado. Pienso que la mayoría de los sirios están buscando ya no sólo preguntas, sino respuestas. Son muchas las preguntas pero, ¿cuáles son las respuestas? De esa forma podremos trabajar en una solución que nos mantenga en el camino correcto para lograr una Siria mejor. Yo creo que él trabaja en ello.
He dicho que su trabajo es concienciar al mundo de la situación. Pero ese es un primer paso, ¿para qué? Especialmente en las izquierdas se produce habitualmente la discusión sobre si el mundo ha de intervenir armando o enviando tropas a la guerra (aunque sabemos que siempre hay intervención internacional, aunque no sea oficial). Así que, hacer concienciar al mundo de la situación es el primer paso, ¿para qué?
En primer lugar, creo que todavía no hemos logrado dar el primer paso. Hasta ahora, después de cuatro años, no lo hemos dado.
¿Cuál sería?
Lo primero que has dicho, ser conscientes de lo que está pasando en Siria. Si ese es el primer paso que tenemos que lograr, ¡todavía no lo hemos dado! Cuando hablas con gente en Europa, en Estados Unidos o en Canadá, muchos no tienen ni idea de lo que está pasando de verdad en Siria. En los informativos de televisión o en internet, desde hace uno o dos años, es sólo una cuestión entre ese grupo de turistas, el ISIS, y los demás. No creo que eso sea realmente lo que está pasando. Es más que eso. En realidad, es una cuestión sobre quienes quieren luchar por sus derechos, eso en primer lugar. Es sobre aquellos que están siendo asesinados, sobre los que viven ahora en campos de refugiados. Si logras hacer consciente al mundo de eso, obtienes muchas respuestas. En los últimos meses, los refugiados que se encuentran en los países próximos a Siria, apenas han tenido apoyo de las agencias de Naciones Unidas. Si hubiera mayor conciencia sobre lo que pasa en Siria, esta gente no sufriría de la manera en que está sufriendo este invierno, como durante la tormenta de nieve. Sobre el siguiente paso no soy quien te vaya a dar una respuesta, yo también hago preguntas. Para mí el primer paso es suficiente para resolver la situación de quienes están sufriendo ahora. Sabremos cuál es el siguiente paso cuando demos éste.
¿Tienes claro quiénes están luchando ahora en Siria? De dónde vienen, a quién representan, quién está armando a quién…
[Risas y un gesto como de incomodidad y/o de obviedad de la respuesta]
¿Quieres responder?
Quiero responder que aquí, en Europa, tal y como te he dicho, sólo se fijan en quienes van a unirse a diferentes grupos de la oposición armada, a algunos grupos extremistas de tipo turístico. Todos sabemos de dónde vienen y cómo logran llegar a nuestro país. Pero de lo que no hablamos mucho es de quienes vienen a apoyar a Assad desde Líbano, Irak, Irán, Pakistán, Afganistán, algunos países de Europa y de América Latina. No hablamos mucho de ellos, y son gente que tiene experiencia con armas, con muchas cosas. Vienen para apoyar a este régimen brutal desde fuera porque no saben cuál es la realidad, por quién están luchando. De esa parte de los guerrilleros extranjeros no hablamos demasiado. Quizá deberíais también poner el foco en ellos.
El doctor Yassin dice en el documental que el Estado Islámico es “la otra cara del régimen de Assad”. Incluso los describe como un grupo fascista. No es la descripción habitual que oímos en los medios.
¿Qué es el fascismo?
¿Me lo preguntas a mí?
No. Me refiero al tipo de acciones que definen el fascismo.
Lo digo porque ya sabes que en los medios occidentales se presenta al ISIS como una especie de grupo religioso extremista.
Sí. Cuanto más profundizas en lo que sucede en Oriente Medio y en otros países, mas comprendes que no es una cuestión de religión ni de determinadas ideas, sino que se trata del tipo de actos que se cometen. Tiene que ver con lo que están haciendo, con cuál es su bagaje tanto individual como colectivo. ¿Por qué están haciendo esto? Es un conflicto, no sólo una guerra sagrada como a algunos les gusta creer. Hay muchos grupos religiosos que no están haciendo lo mismo que hace el ISIS, así que si es una cuestión de religión, ¿por qué hay tantas diferencias con otros grupos? Quizá deberíamos fijarnos en qué hay más allá, detrás de las máscaras que vemos y que nos gusta ver.
En el documental caminas junto al doctor Yassin, pero cuando abandona el país, tú decides volver. Desapareces del documental, hay un momento en que nos enteramos de que has sido secuestrado por el ISIS y, de pronto, apareces en Estambul con ellos. ¿Qué te pasó?
En Siria no estaba sólo, iba con el doctor Yassin y con Mohammad Ali Atassi. Como bien sabes, él se arriesgó yendo hasta Raqqa. Siria es un lugar de riesgo, no sólo para quienes trabajamos allí, también para quienes van allí. Cuando hicimos el viaje fuera del Este de Ghouta y de Douma, yo terminé mi parte del trabajo. Volvía hacia el Este de Ghouta y en el camino pasamos por una ciudad en la que hay muchos grupos, aunque no se puede decir que nadie la controle, lo que en Siria es, en cierto modo, algo bueno, aunque en nuestro camino no lo fue para nada. Una vez que llegamos, el ISIS secuestró a todo el convoy.
¿Ibas con periodistas extranjeros?
No, iba con guerrilleros del Ejército Libre de Siria y con periodistas sirios. Después supimos que esto era algo habitual, que detienen convoyes para investigar quiénes son. Así que después de que nos cogieran nos tuvieron retenidos dos meses. Una vez que obtuvieron lo que quisieron del convoy, nos dijeron que sabían quiénes éramos y que éramos buenos, que podíamos seguir.
¿Llevabas contigo material que ellos se quedaran?
Se quedaron con piezas de ordenadores que habíamos comprado en Turquía para llevar a trabajadores sirios de medios de comunicación, también las pertenencias que llevábamos en el convoy.
El documental no trata solo de la revolución en Siria y de la guerra, también sobre sus consecuencias. Una de ellas es el exilio. Vemos cómo el doctor Yassin asimila su nueva situación como exiliado, cómo todo lo que él era en Siria no significa nada en Turquía, su país de acogida. ¿Te consideras un exiliado?
No me veo de esa forma, no me siento cómodo saliendo de Siria tantas veces, pero hay trabajos que debemos hacer tanto dentro como fuera de Siria. Trabajar fuera de Siria es más relajado que trabajar dentro, pero estoy trabajando en aquello con lo que puedo ayudar a mi país, en hacer lo que me gusta y en lo que creo.
¿Cuándo has estado por última vez en Siria?
Hace unos meses.
El documental termina informándonos de que la mujer del doctor Yassin ha sido secuestrada por el ISIS.
No fue el ISIS.
También contigo en la frontera de Turquía intentando volver a entrar en Siria. ¿Cuál es la situación en el este momento?
En la ciudad de Douma fueron secuestrados su mujer Samira Khalil, también Razan Zeiotouneh, Wael y Nazem. Simplemente desaparecieron un día, fueron secuestrados en su oficina. Desconocemos quién los secuestró pero hay muchos detalles sobre quién podría ser. Es un tema sensible, no voy a hablar sobre quién podría haberlos secuestrado. Siguen secuestrados, no hay contacto ni información sobre su situación. Llevan secuestrados más de un año y se han hecho muchos movimientos para tratar de localizarlos y saber quién los ha secuestrado. Hay pequeños detalles pero por su seguridad es mejor no hablar sobre ellos. Y Yassin está trabajando en cuestiones culturales. Está intentando hacer lo que sabe por su país.
En la rueda de prensa, un periodista te preguntó acerca de si había esperanza para Siria, y creo que respondiste que la esperanza es inútil si no viene acompañada de algo más. “Soñamos y trabajamos por una Siria mejor”, dijiste. ¿De qué forma?
Sin esperanza nada tiene sentido, dije.
Pero sólo con esperanza tampoco se logra nada.
Sí. Cada uno tiene sus habilidades y experiencias, y sabe en qué es bueno y cómo puede utilizarlas. Por lo que yo veo en mi red de contactos, todos estamos trabajando de acuerdo a las herramientas que tenemos. Yo estoy trabajando ahora en un proyecto sobre cuestiones culturales y, al mismo tiempo, escribiendo, haciendo películas y fotografías.
¿Cómo ha sido la reacción a la película allá donde la habéis mostrado? ¿Qué preguntas ha despertado la película?
Muchas. Mohammed Ali Atassi y yo estamos contentos al ver que para algunas personas ha sido una nueva experiencia, que les ha aproximado una historia sobre vidas humanas, alejada de lo que ves en otras películas o en la televisión. Es una forma de hacer que la gente se interese sin necesidad de hacerlo mediante lo impactante. La vida no es sólo eso, también son emociones, verse afectado por lo que otro puede pensar o sentir. Eso es lo que a mí me toca, al menos.
¿Puede ser frustrante ver la reacción de la gente y las preguntas que te hacemos?
No es tanto lo que queremos lograr sino lo que nosotros obtenemos. Cada uno tiene su propia forma de verla y entender lo que ha visto. Nosotros tenemos nuestro propio punto de vista sobre lo que pasa y tratamos de seguirlo, de hacer una película, videos sobre los detalles. No es tan sencillo como decir que quieres algo y lograrlo. Lo intentamos y yo lo intento. La gente que ha visto la película la ha recibido bien y eso nos satisface interiormente, pero no se trata de lo que te dicen o no, si no de si te quedas satisfecho, de si sientes que tu trabajo alcanza el nivel que querías y es capaz de mostrar lo que querías. La gente la está viendo no como si fuera una historia [narrativa]. Ven las casas destruidas, y saben que estas casas eran de familias, pero no ves cómo matan a la familia, porque si lo muestras lo único que consigues es que aparten la vista. ¿Hemos pedido permiso para mostrar a la familia? Mucha gente no lo hace. Es una forma de respetar a quien está viendo la película y, sobre todo, respetar a la gente que ha sufrido o que se encuentra en una mala situación.
Yo he tenido esta discusión sobre qué mostrar o no, por ejemplo con la última guerra en Gaza. ¿Dónde está el límite?
No hay una línea roja, no hay un límite muy claro. Yo creo que si quieres ver todos los detalles de lo que está pasando ahora en la guerra, simplemente con ir a internet puedes verlo en Youtube. Pero ahí no vas a obtener el cuadro completo, sino escenas que quienes las grabaron pensaron que resultarían impactantes y atraerían la atención. Pero, ¿es eso realmente lo que está pasando? En la guerra de Gaza o en Siria ahora, hay miles, millones de fotos y videos de gente muerta, de gente que sufre, de gente a la que bombardean, de torturados… A ti y a mí y a cualquiera puede interesarle verlo una vez por saber qué está pasando. Hay gente a la que le interesa verlo todo porque trabajan sobre eso y pueden hacer algo provechoso con ello pero, ¿también lo es para nosotros? ¿Ver eso todos los días? ¿Qué se consigue con que un crío de 15 o 16 años vea esto? ¿Cuál es la consecuencia para un familiar si ve fotos o videos de alguien de su familia a quien han matado? Creo que el límite está en el respeto a los demás y en el respeto a tu humanidad, ese es el límite.
¿Tienes familia viviendo en Siria ahora?
Sí.
¿Cómo están?
[Largo silencio] Bien, hasta ahora.
DEJA UN COMENTARIO