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España no es grecia


Tiene una obsesión enfermiza Rajoy contra la nueva Grecia por miedo a que le suceda lo que a la derecha griega. Tanto es así que ha pasado de perrito faldero de Merkel a bulldog de colmillo retorcido que le ladra a Tsipras y Varoufakis. Si estos se salen mínimamente con la suya, podremos echarle en cara que no hizo suficiente por nosotros frente a la Europa troikista. Quedarían en evidencia su sumisión y el fracaso de sus políticas, por eso repite hasta la náusea que España no es Grecia. Razón no le falta. Mientras que el nuevo Gobierno griego se ha lanzado, sin perder un minuto, a intentar rescatar a sus ciudadanos y cumplir con sus promesas electorales, en España leemos estos días que los desahucios continúan después de tres años de un Gobierno que encima lo niega. España no es Grecia. Más quisiéramos nosotros tener un Gobierno que se preocupa por sus ciudadanos más que por sus banqueros. Más quisiéramos.

Tienen los presidentes conservadores de nuestro país un complejo de comparsa rayano con la humillación ridícula y sonrojante. Aznar hacía cabriolas de bufón agradecido junto al infame Bush en las Azores y ahora Rajoy jadea satisfecho cada vez que Merkel le da un azucarillo. Para que la canciller no dude de su servidumbre ni se alteren sus teutónicos acreedores, nuestro presidente le bufa a Tsipras que los griegos tienen que pagar la deuda. Otro azucarillo, Rajoy. Ahora salta, da una vueltecita en el suelo y ponte a dos patitas. Así, muy bien, criaturita. Es su manera de decirle a Alemania que España no pedirá una quita de nuestra deuda. Claro que eso será si él sigue gobernando. Si no, habrá que verlo, porque lo que Grecia ha conseguido de entrada –incluso aunque no alcance todos sus objetivos– es demostrar que la deuda no es solo una cuestión económica sino también (y sobre todo) política. España no es Grecia. En Grecia ha vuelto la soberanía popular, aquí continúa el despotismo de la economía.

Ayer lo vimos escenificado cuando los griegos se levantaron de la mesa de negociación del Eurogrupo porque no están dispuestos a aceptar una prórroga de la deuda. Eso es prolongar el calvario. No sabemos aún en qué quedará tanta gallardía pero ya han logrado el apoyo aplastante de los griegos en las encuestas, el de Renzi en Italia y la admiración de los sans-culottes de toda Europa por haberse plantado frente al fatalismo de la austeridad al que se sometieron antes todos los presidentes europeos, incumpliendo uno tras otro sus programas. Lo que está haciendo el presidente griego es darle a melifluos como Hollande o Rajoy una lección del patriotismo del que los otros presumen pero no dan muestras. Les prometió a sus compatriotas que daría la batalla por su país, y la está dando.

Es mucho más de lo que podemos decir de Rajoy, que se bajó del barco de sus promesas en la primera ola. “Los compromisos hay que cumplirlos”, tiene la caradura de decirles a los griegos el presidente español que más compromisos ha incumplido con la ciudadanía, empezando por el primero y más esencial, el deber de protegernos. No envidio la desolación en la que la crisis ha sumido a Grecia ni la atroz corrupción de su sistema, aún más aguda que la nuestra, ni su machismo, aún mayor que el nuestro, como ha quedado patente en el Gobierno de varones nombrado por Tsipras, pero sí envidio su coraje para intentar darles a los griegos un horizonte del que nosotros carecemos.

Envidio a un Gobierno griego que ha anunciado la subida del salario mínimo, tarifa gratuita de luz a 300 mil personas que no pueden pagarla, mejora de condiciones para devolver las deudas, detención de privatizaciones, recontratación de funcionarios y reapertura de la radiotelevisión pública. Envidio que hayan puesto de nuevo ministro de Interior, y, por tanto, jefe máximo de la policía, a un parlamentario que se encaró con ella en las manifestaciones, todo un gesto de legitimación de las protestas. No envidio que Tsipras se haya aliado con un partido nacionalista de extrema derecha, pero al menos allí solo les han dado un ministerio, aquí los votantes le dieron la Moncloa.

Los griegos van hacia más democracia, nosotros nos alejamos cada día de ella. En Grecia, la mayoría ha votado contra los abusos, en España dice el CIS que aún ganarían los que quieren que continúen cuatro años más. No, España no es Grecia: España es una provincia de Alemania con sede bancaria en Suiza.

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