¡Feliz centenario, Mr. Lomax!
Aunque pueda resultar insólito, hubo un tiempo en que no era tan fácil capturar y conservar imágenes y sonidos. Hoy podemos guardar memoria (voluntaria e involuntariamente) de cada segundo de nuestras vidas, de lo que vemos y oímos, de cómo nos ven y de cómo nos vemos pero, hasta hace no demasiado tiempo, sonidos e imágenes se desvanecían a cada instante. Alan Lomax fue un gran cazador de algunos de los más importantes, de los que definen sociedades y culturas, hoy quizá en peligro de extinción o ya extinguidas. (por Carlos Pérez Cruz)
El 31 de enero de 2015, Alan Lomax hubiera cumplido 100 años (falleció en 2002). Aunque él ya no esté, su trabajo sí, y cada día más accesible gracias a la digitalización del ingente archivo de sonidos e imágenes que registró de un gran número de culturas de todo el mundo. Además, su trabajo no ha terminado. La fundación que gestiona su magnífico legado, ‘Cultural Equity’, presidida por su hija, Anna Lomax, continúa desarrollando una labor ímproba con la “repatriación” de grabaciones e imágenes de su padre.
ALAN LOMAX EN ESPAÑA (1952-1953)
Alan Lomax es posiblemente el documentalista de folclore más importante del siglo XX. Desde que en 1933 acompañara a su padre en un viaje por Kentucky y por las penitenciarías de Tennessee, Texas y Mississippi para documentar “el verdadero canto negro”, el de aquellos que apenas tenían contacto con la población blanca, recorrió medio mundo con su equipo a cuestas y fue responsable de muchas de las primeras grabaciones sistematizadas de músicas del mundo.
También en España, donde permaneció varios meses, entre 1952 y 1953. “Tragando mi aversión al Caudillo y sus obras, me fui a un congreso de folclore en la Isla de Mallorca, pensando buscarme un editor español para el disco… El profesor que dirigía el congreso [Marius Schneider]… era un refugiado nazi… que había asumido la dirección del archivo de música folclórica de Berlín después de que Hitler le quitara su jefe judío… Era ahora el responsable de la investigación de música tradicional en el CSIC… y me indicó que él personalmente se aseguraría que ningún musicólogo español me ayudase. También me sugirió que me fuese de España”, dejó escrito Lomax.
Judith Cohen, etnomusicóloga y cantante canadiense, profesora en la Universidad de York, fue la encargada de la edición de las “Spanish Recordings”. Según explica, Alan Lomax “intentó hacer un trabajo sistemático grabando y sacando fotos en cada lugar. Mucho antes, en los años treinta, Kurt Schindler había hecho grabaciones en España, pero sólo en unas pocas regiones del país, sobre todo en Galicia, Zamora, Extremadura…”. Lomax, por su parte, recorrió prácticamente todo el país “en un momento crítico, de cambio. Por ejemplo, en Ibiza poco después llegarían el aeropuerto internacional, los hippies… Cambió la vida de la isla y las tradiciones que grabó Lomax fueron desapareciendo”, explica Cohen, que si bien añade que en muchos casos, más que de una desaparición, deberíamos hablar de una transformación de los folclores. “Ha cambiado el contexto. Por ejemplo, en la agricultura se utilizan otras tecnologías, por fuerza desaparecen muchos cantos asociados con trabajos agrícolas. O una boda tradicional ya no es la de antes de varios días y etapas, cada una con su correspondiente canción. Por otro lado, y refiriéndonos al contexto social, ha habido un cambio en la voz, en el timbre, en la manera de colocarla, sobre todo en las mujeres. Ha cambiado mucho debido a la mayor escolarización, al acceso a los conservatorios y a la instrucción; también, claro, por la difusión de los medios de comunicación. La idea de cómo hay que cantar se ha transformado, también la presentación de la propia música. Muchos de los contextos originales han desaparecido”.
Lo que resulta mucho más difícil de determinar es el reflejo que la historia de la península ha tenido en la configuración de esos mismos folclores que registró Alan Lomax, cómo culturas como la árabe o la judía se habrían reflejado en algunos de los folclores españoles. Cohen rehúye los tópicos y explica que “durante siglos hubo una presencia muy importante musulmana y judía, pero no escribieron su música con pautas, sí sus letras y poesías y también sobre la propia música. Partituras no tenemos, todo es especulación. Una manera de cantar con muchos melismas, con mucha ornamentación vocal, puede ser tanto influencia musulmana y/o judía, como algo que se encuentra en casi todo el Mediterráneo. Sin documentación musical de la época es muy difícil. Hay mucha especulación, hay invención, también lo que en inglés se expresa como “wishful thinking”, el deseo de que las cosas hubieran sido de determinada manera”, explica Judith Cohen, para quien las grabaciones de Lomax tienen valor, entre otras cosas, por su variedad, que ayudó a que mucha gente descubriera que en España había muchas más tradiciones folclóricas que las que se creían conocer y ayudó a situarlas en el mapa.
LA “REPATRIACIÓN” DEL LEGADO DE ALAN LOMAX
En el mapa situó Alan Lomax tradiciones de Italia, Haití, Inglaterra, Trinidad y Tobago, Irlanda, Marruecos… y, por supuesto, Estados Unidos, donde realizó grabaciones pioneras de maestros del blues, como Muddy Waters, recogió testimonios fundamentales para indagar en los orígenes del jazz, como el de Jelly Roll Morton, y dio a conocer a artistas fundamentales, como Pete Seeger. Serían muchos los ejemplos, por ello es más que recomendable indagar en el archivo digitalizado que ofrece la asociación que conserva todo el legado de Lomax, ‘Cultural Equity’.
Anna Lomax, antropóloga y directora de la asociación, explica que esa “justicia cultural” a la que se refiere el nombre explica la forma en la que su padre concebía su trabajo, “una manera de desarrollar una nueva forma de abordar los derechos humanos; que todo el mundo conozca y comprenda su cultura, sus raíces históricas, etcétera. Desde el siglo XX hay una máquina de globalización masiva que está cambiando mucho más rápido que nunca en la historia la cultura popular que conocíamos. Por eso Alan se preocupaba tanto por asegurarse de que la gente fuera consciente de sus propias tradiciones y de las importancia que tiene preservarlas y mantenerlas”.
Anna recuerda a su padre como alguien “muy amable, generoso y humano, en toda la dimensión de la palabra; no era perfecto”. Un recuerdo que le mantiene en plena actividad junto a su asociación, con la que están “repatriando” grabaciones e imágenes a algunos de los lugares en las que fueron tomadas y a familiares de quienes las protagonizaron. Lo han hecho, por ejemplo, en algunos pueblos de Italia, donde “un obrero de fábrica trabajó sin descanso para abrir en una remota aldea de la Campania un pequeño museo con lo que hizo allí mi padre. Él solo levantó un museo de musicología”. Allí Anna se encontró con ancianas que recordaban a su padre entre risas, también con anécdotas como las de un marido preocupado cuando Alan se encerró en una habitación con su mujer… para poder grabarla lejos de la algarabía de la calle.
También han estado recientemente en Mississippi, donde tanto “mi padre como mi abuelo grabaron en varias ocasiones entre 1933 y 1985. Hay una universidad que tiene el material, pero queremos que esté disponible para todo el mundo, no sólo para los estudiantes. Por eso hemos hecho planes de estudios para las escuelas”, explica Anna Lomax, que critica que “allí tienen una gran industria basada en el blues, pero esto no revierte en la gente que creó esta música”. A la gente va precisamente dirigido el legado de su padre. Por eso busca también lugares en España dispuestos para la “repatriación”, como la que ya hicieron con el Museo del Pueblo de Asturias. Una sola es la condición fundamental: que éstas sean de acceso gratuito para la población y se utilicen en beneficio de la comunidad.
El archivo de grabaciones y toda la información sobre Alan Lomax está disponible aquí: http://www.culturalequity.org
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