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Tú no eres Charlie

El cinismo, como la estupidez, por lo visto es ilimitado. Ahora resulta que son Charlie Hebdo hasta los que más prohíben. El atentado contra el satírico francés ha provocado que se suban al carro de la libertad los que más palos ponen entre sus ruedas. Medios de comunicación que censuran, Gobiernos que amordazan y líderes represivos se han envuelto en la bandera de la liberté con la que el resto del año se limpian el trasero. Si los humoristas asesinados levantasen la cabeza, harían una portada tan ácida que les secuestrarían el número. Como si lo viera.

En esa portada veríamos a los fascistas franceses de Marine Le Pen dar lecciones de libertad junto a Angela Merkel, la sargento que maneja Europa con mano de hierro y no deja ni que los griegos voten libremente. Veríamos a Gobiernos que negocian con tiranos y a tiranos llenarse la boca con la palabra ‘democracia’. Veríamos lamentar la violencia islámica al Occidente que ha financiado el yihadismo y lo ha alimentado con guerras imperialistas. Veríamos a líderes de países en los que se persigue a la prensa, como Marruecos, solidarizarse con las víctimas francesas de la libertad de prensa.

Veríamos al frente de una manifestación en memoria de periodistas asesinados a Netanyahu, primer ministro de Israel, país que dispara y mata a periodistas, como Estados Unidos, que también estaría en la marcha. Veríamos encabezar esa marcha por la libertad de expresión a políticos que cierran medios, destituyen directores de periódicos, manipulan la información, marginan a la prensa, demonizan a los periodistas y reprimen a los ciudadanos.

Ahí veríamos también al Gobierno de Rajoy con la ley mordaza, la represión policial, el control de los medios públicos y la coacción sobre los privados. Y veríamos a los directivos y directores de medios que silencian, manipulan y censuran, abrir a lo grande sus informativos y periódicos con la frase “Je suis Charlie”.

No, tú no eres Charlie. Tampoco lo son los periódicos ingleses y americanos que han pixelado la imagen de Mahoma al reproducir las polémicas portadas del semanario francés. Cobardía para honrar a unos valientes. Se solidarizan con los muertos, pero les corrigen con mojigatería o miedo. Lamentamos que les hayan matado pero no deberían hacer chistes ofensivos. Es casi como decir sin decirlo “Charlie Hebdo se lo buscó”.

Es una acusación velada que he oído estos días por lo bajini para no perturbar a los muertos: la derecha les critica por hacer chistes soeces sobre la Iglesia católica, la izquierda buenista les acusa de islamófobos y antisemitas por burlarse de ambas religiones. Están a favor de la libertad de expresión mientras no moleste. Curiosamente, piden respeto por religiones que no respetan la diversidad sexual ni morales distintas a las suyas. Libertad sí, pero sin pasarse, oiga.

Es algo que nos recuerdan en este país a diario. Al mismo tiempo que ocurría lo de Charlie Hebdo, en España la Audiencia Nacional admitía una denuncia contra el humorista de ‘La Tuerka’, Facu Díaz, por un sketch sobre la corrupción del PP con estética etarra, y a Alfon le sentenciaban a cuatro años de cárcel por la manifestación de la huelga general contra el Gobierno. Están a favor de la libertad de expresión mientras los chistes los hagas con Mahoma y no con Génova. Curiosamente, los que más se ofenden son siempre los que más ofenden a la ciudadanía.

Me temo que de la matanza de Charlie no saldremos con más libertad sino con menos. Ya estamos viendo cómo los ministros de Interior europeos quieren defender la libertad limitando las libertades. Es justo lo que no hay que hacer. No se puede dar un paso atrás ni ante las pistolas ni ante los chantajes. Eso sería darle la razón a los asesinos. Por eso es tan necesaria la sátira salvaje de Charlie Hebdo. La sátira no hace prisioneros ni tiene aliados. Eso y no otra cosa es la verdadera libertad de expresión.


1 comentario

  • Carlos Rodrigo Zapata

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    Por lo visto, nos hallamos ante un problema de falsa correlación, que consiste es relacionar hechos que acontecen simultáneamente, pero que no tienen entre si nada que ver más que dicha simultaneidad. Esto es en buena medida lo que acontece con la discusión desatada por la masacre perpetrada en Charlie Hebdo. Hay un empeño por no admitir limitaciones a la libertad de expresión porque eso sería “darle la razón a los asesinos”.
    El problema es que Occidente no quiere admitir que el mundo es más ancho y ajeno que el que él percibe y que sus valores no tienen el grado de valores universales que pretende. Ergo, su libertad de expresión, podrá ser todo lo agresiva o “salvaje” que se quiera, pero no comulga con los grados de libertad que son posibles allende sus fronteras. Que es indispensable que ello ocurra, no me cabe ninguna duda. Pero ello no sucederá por la vía de la afrenta, menos de las armas, muchos menos de los atentados terroristas, pero tampoco dejando en manos de caricaturistas el modo en que Occidente se relaciona con el mundo de afuera. El personaje que faltaba en esta historia trágica es justamente una política sensata de parte de Occidente para encarar un diálogo integral entre culturas que contribuya a superar los abismos que separan a Occidente de las culturas que perviven más allá de su propio ámbito de vigencia. Por supuesto que dicho diálogo tampoco podrá prosperar, si de vez en cuando se usa a unos países contra otros, o directamente se los invade. Tan cruel y despiada es la carencia de esta política, como las armas en poder de yihadistas con butaca reservada en el cielo.

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