Y todo esto lo hicimos nosotros
Conviven a un tiempo dos procesos contrarios en este país. Está la sensación pertinaz de que nada se mueve en la política española, de que insisten en seguir en sus trece los catorce de siempre, de que son sordos al clamor, insensibles al calor y tozudos en su verbena, de que seguimos siendo la España carpetovetónica, casposa, farandulera y cautiva. Y luego le das vuelta a la cabeza y se te viene encima un ciclón de viento fresco que le está cambiando la cara al paisaje, arranca la hojarasca, se lleva la mugre, reverdece las ramas y nos deja el cuerpo como nuevo. Entre la España que muere y la que bosteza, que decía Machado, estamos viendo mejorías que no hubiéramos creído.
En las peores circunstancias, está saliendo lo mejor de muchos. La última ha sido la de Carmen, la anciana de 85 años desahuciada por avalar con su casa un préstamo de su hijo con un particular, y rescatada por la plantilla del Rayo Vallecano que ha decidido pagar su alquiler hasta que le den una vivienda social. Y mientras las Administraciones a por uvas y la policía ejecutando la sentencia aunque sea su misma abuela la desahuciada. Ahí tenemos otro tremendo fracaso de las instituciones a las que una parte de la sociedad ha vuelto a dar una lección de civismo y humanidad.
Mientras, ellos como si oyeran llover. Está lloviendo mucho que decía el presidente. Pues sí, aún siguen lloviendo órdenes de desahucio, despidos, pobreza y desigualdad y aunque se salve a Carmen, quedan miles de familias por rescatar pero el gobierno sigue preso de sus deudas con los bancos y está siendo la gente la que está rescatando este país que otros se ocupan de hundir. Aún queda mucho por hacer, mucha gente a la que ayudar y corrupto al que encerrar, pero hay que ver todo lo que se ha hecho y se está haciendo ya. Se han parado desahucios y privatizaciones, se han taponado hemorragias colectivas y se ha limitado una conflictividad social que nos hubiera desangrado aún más.
Pero no solo se han parado golpes, también se les ha hecho retroceder: se ha puesto a muchos corruptos contra las cuerdas, se ha sentado en el juzgado a la oligarquía y a la Casa Real, la monarquía ha tenido que abdicar con el rabo entre las piernas, ha echado a media familia y ha empezado a limpiar el palacete, se ha hecho dimitir a los de las tarjetas black en un país en el que nadie dimitía y se está obligando a los políticos a dar explicaciones que jamás tenían que dar, incluso a pedirnos perdón y a rectificar. Ayer mismo, Pedro Sánchez desacreditó por fin a sus mayores y reconoció que la reforma de la Constitución de Zapatero y el PP fue un error monumental que tendrán que subsanar.
Hay cambios inéditos y radicales allá donde mires. Antes del 15M hubiera sido impensable que los programas de máxima audiencia fuesen debates políticos y los medios hablasen a todas horas de la agenda que marca la calle, de transparencia, puertas giratorias, reforma fiscal o auditoría de la deuda. En Cataluña se ha desatado un maremoto que quiere refundar la democracia. El municipalismo de Ganemos se ha extendido a toda España. Izquierda Unida por fin se despereza y deja paso a Garzón. UPyD y Ciutadans se buscan aunque no se encuentren. Menos el PP, que se agarra a su clavo ardiendo, el país entero se busca después de andar perdido.
“Hemos hecho muchas cosas”, presumía Monedero pero solo llevaba razón en parte. Podemos es un gran catalizador. Es una tubería muy oportunamente colocada para dirigir el chorro en una dirección y hay que reconocerles la inteligencia en la fontanería. Sin embargo, el agua que empuja es toda esa gente que lleva años inundando como mareas las calles, salvando hospitales, cuidando a los enfermos, parando desahucios, reclamando mejores universidades y colegios, luchando por la ciencia, protegiendo a los dependientes, defendiendo a los inmigrantes, ayudando a los parados. El agua, que arrastra los desechos como un tsunami, es esa gente.
Y claro que esto no ha hecho más que empezar. Pero ya podéis decir cuando os venza el desánimo: y todo esto lo hicimos nosotros. Entonces, tendréis más fuerzas para decir: y todo lo demás lo haremos nosotros también.
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